lunes, 26 de octubre de 2015

¿Dónde?

Somos y no somos
desaparecemos todos los días
aparecemos todos los días
a cada átomo
a cada tiempo
a cada muerte
somos y no.

El presente es una ilusión, un hito euclideano.
Ningún segundo puede atraparse,
ninguno,
ahí la fatalidad.

¡Cuánto hubiera querido atrapar la imagen de su espalda!
Alejándose a fundirse en las estrellas.
Algún día volveremos a ser del mismo polvo.
Las dos menos cuarto
y ella no está conmigo.

¿Dónde estarás?
tengo miedo a la inconsciencia,
a veces, con mi almohada,
en mi lengua.

¿Dónde estarás?
En un lugar donde no hay respuesta.

lunes, 30 de marzo de 2015


Espérame en noviembre
que en ese día de gélidos relojes
acompañaré una comparsa al doble
y al temblor de dos pisadas.

Espérame en noviembre
amor, censura
que te llevaré unas sandalias
para caminar descalzos
en cunclillas
y con vuestros ojos abiertos a oscuras.

Espérame ¡espérame!
¡ahí voy!
Deja ponerme la mirada
peinarme la sonrisa
suicidarme la corbata.

Espérame un mes que se llame noviembre,
sobre un mar que se llame Mágico
y sobre esos dos pies que me llaman Febrero.

Ahí voy.

Esas cosas

Son de esas cosas que a uno le nace sin necesidad de salario.
Que libera el cariño más escondido, aveces,
y que revuelca los cabellos del espíritu.
De esas que uno quiere después del trabajo
después de la larga jornada
y que almenos satisface algo
de lo vivido...

Son esas cosas que respiran la mirada
los párpados caídos
y el destino aplacado.

Es lo que te declara la cercanía de lo impredecible
de lo históricamente inevitable
para voltear al rocío y notar su pequeñez en la cara.

Solamente en esos días cuando haga esas cosas
seré lo que he sido y volveré al mañana
para abrazarme como un niño.

Solamente
cuando el día
llegue por el sur
y caminen
nuestros caminos.

Anónima e imposible.

No entiendo tu particular idealismo platónico. Quizá tienes razón pero esta vida me lo impide creer. Quizá tienes razón con respecto a aquella felicidad extraterrestre, anónima e imposible. Quizá tienes razón en todo, pero yo no me lo creo. No me creo ni que comiste ayer arroz y hombres, ni que fuiste a nadar en el Amazonas anoche convertida en delfín rosado persiguiendo un extraño barco. No creo nada. Ni en mí. Ese es el asunto. Porque no sé si soy el olvido ni el recuerdo de esos sueños escritos con nubes y corazones. No sé si la verdad es aquella mentira pronunciada despacito y lento debajo de mis sábanas. No lo sé.

Y déjame confesarte que ahora no comprendo a aquel enamorado que conociste un tanto ido, desconocido de tí. Ni porqué se propuso romper la regla de no enamorarse. Es tan largo el olvido que no me acuerdo qué día fue el que dejaste de llamarme y de verme y de sentir bocado por bocado aquella tímida sensación de satisfacción en la piel. No sé, ni he querido saber nunca, porqué perdí lo que nunca tapé con los brazos por las noches para que no se resfríe. No lo quiero entender, para no toparme con la taciturna afirmación de ser un innato cazador de desventuras. Y de ser, orgullosamente, el que nunca quiso actuar como padre.

No entiendo tu henchida pectoralidad al aceptar tu curiosa personalidad de embustera. No entendí nunca las triquiñuelas tan banales que no hacían más que darme a conocer tu lado penoso de mentir verdades. Es confuso reconocer tan banal negación de lo que existió como si fueran tiempos de posguerra.
Nosé del amor desde la última vez.
No lo sé.

Quizás porque no entendimos es que nos despedimos con una patada en el culo y un lapo en el alma. Quizás porque al final entendimos todo, nos desentendimos en la nada.
Para finalmente entender, en do mayor sostenido, que la felicidad, tristemente, es extraterrestre, anónima e imposible.



martes, 27 de agosto de 2013

Un canto negro de libertad



Se oye
de lejos
un canto negro
de amor odiado.
Un amor
que tenía un sueño,
que al otro
le decía equivocado,
que no salía de su boca
un maldito
ni un quizás
ni UN tal vez
ni un quizás.

Ya no hay más,
no hay tanto
sin él,
se dice,
marchando en la calle
de la lágrima
cuando su cabeza acontece
en libertad adormitada.
Ya no hay más sin él,
se dice...
¡Pero sí que hay mucho!

Que no hable más, que no grite
¡Que no diga libertad!
Y en su garganta,
dosmilésima,
la bala,
grisácida
y bastarda,

se apenaba (enteramente)
de existir.

martes, 2 de julio de 2013

La imposibilidad de lo sobrevivido



Son tus manos las que me han helado el destino
lo sabes, te lo dije, lo sabes
y no lo sabes
porque no es tan fácil.

Son tus ojos los que, inexorables, me han matado el morir y lo sabes
lo niegas pero lo sabes
y no lo sabes
porque no es tan fácil.

Son tus palabras que, tan suaves, han recorrido mi cartílago exhumado
y lo sabes
te acuerdas muy bien que te lo dije
y no sé si no lo sabes
porque no mes tan fácil.

Son tus dones meridianos que me han matado!
lo sé y no lo sabes
porque es difícil, cantar, contarte un cuento y verte dormir
es muy difícil...


miércoles, 10 de abril de 2013

Poema a un beso caprichoso de un individuo inquebrantable





siempre pensé que un cuarto
podría esconderlo todo
pero no pude
ni los dedos acariciantes
ni los pétalos de un sexo

nada

explícitamente nada

y de eso me enfermo
me vuelvo negro
inverso infinito

siempre pensé que un cuarto
la fatalidad de un beso
cuando me miran tus labios
la potencialidad del hastacuándo...


jueves, 14 de marzo de 2013

Hagamos un trato





Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.

Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo.

Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.




M. Benedetti

domingo, 3 de marzo de 2013

Un alma




Ella existió, un paso masomenos adelante al mío y me miró, pero, distraídamente,  yo vi su hombro, ido, recuperé la ilación de lo que decía. Sus ojos me recordaban a la noche. Ella me consolaba. No te pongas así, pequeño.

Había pasado ya una hora después de nuestra charla en el café, en jirón Ica, ella, que había pedido gelatina porque no comía sólidos, me había confesado su malestar por su novio en Barcelona. La había dejado. Éramos los únicos en el balcón de aquel cafetín del teatro pero yo me sentía visualizado. Así que le susurraba, no soy tan bueno dando consejos por eso trataba de evadirla. ¿Por qué siempre que estás conmigo comes gelatina?

No me respondió, simplemente sonrió con una gracia angelical. Esas fotos que tengo del viaje te las voy a pasar, están buenas. Si, las quiero, respondió, pero no te olvides eh, tienes un hermoso defecto de olvidarte de mandar las fotos. Si, lo sé, pero estas sí, nunca he tomado fotos tan buenas a alguien de manera tan natural…. eso… me gusta, me gustas. Tomaste un poco de gelatina y la introdujiste lentamente en tu boca. Me mirabas, me mirabas. La sensualidad de tu mirada me recordaba al día en que te conocí y me preguntaste si también conocía El Directorio. En realidad iba a otro pero te dije que sí. Después bailaríamos allí desenfrenadamente gritando como unos héroes del silencio. Yo era un misio, así que tú pagaste el hotel.

Yo no creo que Ramón Castilla tenga una tía que le dio una pastilla. Pues yo creo que sí, te dije. Hay cosas que son posibles, muchas cosas, según la cuántica, todo. Y además este individuo, tiene cara de tomar pastillas. ¿Y yo tengo cara? Tú tienes cara de necesitar otro tipo de pastilla. Nos besamos. Nunca he probado labios tan suaves. No soy de ir probándolos por doquier para comparar, es, simplemente que casi no los siento a pesar de apretar tan fuerte. ¿Será que estoy besando un alma? No, tú me besas y lo haces muy bien. ¿Ah, si? Si. Habría problema si lo fuera. ¿Qué? Un alma.

No, yo creo que no podré -te dije-no podré olvidarla porque simplemente ha ocupado mucho, demasiado, y además a ella he abierto mis experiencias, mi vida, cuatro años. Pues yo creo que debes esperar. Mesero, disculpe, me puede traer rápido el pedido llevo esperando quince minutos y… Ya. ¿Cuánto tiempo dijiste? Cuatro, cuatro y medio. Es bastante.

Tengo miedo a la muerte, o, espera, no le tengo miedo, solo es que me aterra no terminar las cosas que quiero, a las que me veo predestinado. ¿Como a qué? Como a cambiar el mundo, por ejemplo. Jaja, qué gracioso. ¿Tú no lo quieres? Todos lo queremos. Si, si, todos quieren, todos son buenos, todos cantan villancicos. No basta querer, hay gente que lo posterga. Yo creo que es impostergable. Yo creo que deberíamos comenzar con los niños, me dijiste con un aire de complicidad, semejante a planear un ataque guerrillero. ¿Cómo? Dejándoles jugar y jugar…

Es hermosa la manera en que me miras desde ese lugar en la pared. Sé que lo haces aunque en realidad estés viendo a otro lado en la foto que te tomé y en la que hubiera querido yo publicarla en alguna revista importante de artistas. Piensas, seguramente, porque ya sabemos que el pensamiento precede a la existencia, que no tuve la culpa del todo. Sé que me dirías que no aunque yo lo crea religiosamente. Fui yo el que no se dio cuenta de la gelatina, el que se olvidó de pasarte las fotos, de tus pastillas, de tu querer, de tu soñar. Fui yo el que se olvidó de ir a verte. Hoy he escuchado tu voz, otra vez, diciéndome, con un eco imperturbable: No te pongas así, pequeño...
Iré a verte.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Cuando el sol


Pasada la mañana, después de las cuatro de la tarde, cuando el sol, que entra por la ventana, haya dejado de iluminar el cuaderno testigo de mis pasos.  Mis ojos serán cerrados por una fuerza inevitable, infinita, inefable y el cuerpo caerá como un pistilo. Me golpearé la cabeza pero no me dolerá. El dolor es un privilegio que solo se reserva a los que han logrado aguantar tanta suerte y tantas muertes. Yo no pude, no podré desde el día que murió mi padre. Desde el día que tu desapareciste del paradero. Desde que murió mi orgullo. Y desde que me enteré que esta humanidad no tiene sentido de existir. Porque existir es no existir. Y cuando suceda, de nada servirán tanto sudor y tantas lágrimas. Tengo una inevitable conexión con el sufrimiento ajeno. La otra vez lloré inexorablemente por mi gallo.

Pasada la mañana, después de las cuatro de la tarde, cuando el sol ilumine ese cuaderno donde escribí tanto de ti, de nosotros, de todos y de nadie, mi último pétalo volará libertario, se desvanecerá en el tiempo, será aire, tierra, agua, fuego y espero que algún día un átomo mío se llegue a posar en el tuyo porque seré feliz de volver a encontrarnos después de tanto tiempo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Mierda


Todo se va aquilatando

poco a poco

como la mierda.

El pecho infla y recuerda.

Al final todo mengua
no nos burlaremos de los nuestros
pero seremos aquellos otros
Veteranos de la lágrima.

sábado, 28 de julio de 2012

La vida debería ser como en las películas




Tengo una certeza dudosa, humana
amalgama, poción incolora
Se me han hecho los zapatos
los dientes me han apretado imperativamente
¡Ya no sirven de nada estos perros trapos!

Me largo
hoy no es jueves pero me largo
ni he escuchado nada parecido
pero ahí van, los dos por tres
se me han hecho las canciones
un boicot amañado, organizadamente planificado.

¡Mosca de mierda, te he matado!
¡Por tu culpa mis culpas mis disculpas!
ya no lo fúnebre, no importa...
no aportaste nada al conocimiento humano
Sufriré tu destino, almenos has volado.

¿Y mi ayer?
¡¿Tanto es posible?!
¿El gato? ¿El cincuenta porciento?
vivo y muerto
¡Eso es demasiado!

(Puntos suspensivos
Silencio escrito
Hoja en blanco)

Tengo una certeza humana
es decir dudosa, de bajo calibre
nada es mío, todo producto de los productos
todo es todo de todo
y la nada es nada porque hay todo
Son las tres menos cuarto.

¡Carajo!
¡La vida debería ser como las películas!
(Las de alto presupuesto)